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Ayer, sábado, acudió a La Noria ésta gran señora:




Lola Herrera.


Sinceramente, os deseo que ayer noche algún tipo de influjo lunar o de cosquilleo en la nuca os hiciera encender la tele, hacer zapping hasta Telecinco y deleitaros con la presencia de una persona como ella.

Escucharla es delicioso, ya no sólo por su español claro y limpio, sino por sus palabras; esas palabras cargadas de experiencia, llenas de vida. Su sonrisa, su rostro apacible y la determinación ante todas las preguntas que le hicieron (muchas de ellas daban pena, os lo digo) la convierten en alguien digno de escuchar.

Porque no dice estupideces, porque no se deja arrastrar por esas preguntas que intentan sonsacarle trapos sucios (que, desgraciadamente, tanto están de moda), porque sus palabras son reflejo de muchos años trabajando... Por ésto y mucho más, Lola Herrera merece vuestro tiempo, ella sí es alguien que merece la pena ver, oír y sentir. Ayer me dejó los pelos como escarpias y me enamoró todavía más...


La entrevista se me hizo cortísima y me hubiera gustado que le preguntaran sobre muchísimos más temas, pero cuando se puso a hablar de temas de sexo, al parecer, quisieron que soltara prenda. Y lo hizo, porque es sincera y, como ella bien dice: "es algo normal y natural".
Cuando habló sobre su vida sexual lo hizo con una naturalidad, con una educación y con una sencillez tal, que incluso los periodistas estaban con la boca abierta con ella. Todos lo estábamos.



Francamente, si no la habéis visto, os recomiendo que lo hagáis. Muchas veces éste programa de televisión conocido como La Noria suele traer perlas de entre esos proyectos de persona como pueden ser los grandes hermanos y todos esos protagonistas de la Tele-Basura. Esas perlas que, ocasionalmente visitan el programa, merecen que os sentéis frente a la televisión y les escuchéis con atención pues no van a hablar de si se han acostado con fulanito de tal, si Belén Esteban tiene la razón o quién va a ganar Supervivientes; van a aportaros algo, seguro. Van a enseñarnos, a darnos una nueva visión de las cosas cotidianas, a hablar de la vida...




En ocasiones, la televisión puede ayudarnos o puede educarnos y hay que saber buscar esas cosas que merece la pena ver. Puede costar e incluso están programadas a horarios completamente incomprensibles, pero la espera merecerá la pena. Seguro.




Que Arisugawa esté con vosotros