xArix
Antes de nada, deciros que nos han concedido otro premio *o*



Éste es cortesía de nuestras amigas las pipas EL PIPONAZO. ¡Gracias por tantos buenos momentos en los recreos del cole comiendo pipas!

¡Coño que no! ¡Las otras PIPAS! ¡Ali y Ami! Ya conocéis su blog: http://pipaproyect.wordpress.com/ del que ya os hablé en una ocasión coincidiendo con el cumple de Ami ^^. Visitadlo que no os arrepentiréis. Desde aquí les mostramos nuestro total agradecimiento y la promesa de hacer entradas llenas de diversión y más tiras cómicas.

Las normas dicen que se lo tengo que dar a otro blog, pero ahora mismo no puedo, así que me pensaré que tal. Y cuando tenga tiempo haré un gadget con mis premios recibidos. ¡Qué ilu!








Vamos ahora a lo que nos atañe:








Los exámenes... Sustantivo plural que puede causar fiebres, diarreas, vómitos y pie de atleta a toda persona entre 16 y 30 años (es la media establecida). No hay nada tan jodido en la vida de un estudiante que la llegada de Febrero, Junio y Septiembre (San Septiembre en éste mundillo).

Tras un curso rascándonos los ovarios o los cojones, porque no mintáis, aquí nadie ha hecho nada durante todo el curso (que hay tiempo), nos lo prometemos en principio de trimestre, de año, de segundo cuatrimestre, dos semanas antes de los exámenes... Y no lo hacemos ¿Porqué? Es la ley del estudiante... "A más te lo propongas menos lo harás".

Ahora es Junio, los exámenes finales, los que condicionarán si pasarás un verano de mierda empollando (que os creéis eso) o un verano relajado con sólo una asignatura o dos para septiembre.



¿Qué tienen de bueno? Absolutamente nada.


Dicen que te ayudan a evaluarte. ¡Eso es una trola como que si comes espinacas se te ponen los ojos verdes! A primera vista convence y en verdad es una estafa. ¿Y por qué es una estafa? ¿Acaso a la semana de hacer el examen os acordáis de algo? ¿Os ha servido de algo tanto empollar y tanto memorizar? ¡NO! Pues nos ahorramos el mal trago y punto.



En fin, vamos paso a paso.


Un examen cobra fuerza a medida que se acerca la fecha en el calendario. Es como la fuerza gravitatoria, a más te acercas más te chupa. Y llega un momento en el cual notas hasta frío, el estómago se te contrae y no hay café que te mantenga los ojos abiertos.

La semana antes del examen estás relajado, repanchingado en el asiento. En un día te estudias un tema de los múltiples que tienes y te das por satisfecho.

Cuando quedan cuatro días antes del examen te dices "oh no pasa nada, si curro todo el tiempo lo tengo chupado".


Y así hasta que llega el día antes donde te reprochas el no haberte puesto las pilas ese primer día de la semana antes del examen. A todos nos pasa. Dicen que no es bueno estudiar el día antes del examen. ¡Eso no se lo creen ni los que sueltan el puñetero rumor! ¿Qué sería de nosotros sin el día antes? ¿Y sin los cinco minutos antes del examen? ¡Es un derecho sagrado! ¡Eso no se puede quitar! ¡NO ME LO PUEDEN QUITAR, LOS NECESITAMOS, LOS NECESITAMOS! Y es la ley del estudiante: "El repaso de cinco minutos antes del examen ha salvado del suspenso a tantos...".



El caso es que en periodo de exámenes, tu cuerpo entra en estado de emergencia, eres más vulnerable a las cosas y si te atropella un coche estás deseando que te deje el brazo derecho inservible, pero desgraciadamente te dejará las piernas molidas y el brazo izquierdo para el arrastre. Es otra de las leyes del estudiante: "da igual que fractura tengas, si eres diestro el brazo izquierdo será el destrozado".
Careces de sentimientos y únicamente respondes al estímulo "son las X horas de la mañana/tarde". Y es que en periodo de exámenes el tiempo transcurre a una velocidad semejante a la del correcaminos en día de rebajas, no es como cuando estás en clase que un minuto parece una hora entera, sino que las horas pasan como un Ferrari en una explanada de 10.000 Kilómetros. Y te das cuenta de que en un día no has hecho nada, no te ha cundido ni una pizca... ¡Asco!


Y por supuesto, debemos hacer mención al compañero de fatigas del estudiante, el gran amigo, el que no nos abandona jamás, el líder de éste blog: El café, la droga por excelencia del estudiante.

A mí no me gusta pero quien lo prueba dice que es mano de santo. Yo bebo Burn o Red Bull o té y como si nada... Creo que ven lo que me tengo que estudiar y las moléculas salen hechas vapor por mi nariz.




En fin, hablemos de la noche antes del examen donde no eres persona, tus padres están hasta los huevos de tí y ya no tienes uñas que comerte. Son las 0:00pm, el examen es a las 9:00am y teniendo en cuenta que tienes que levantarte pronto para desayunar, ducharte y desplazarte hasta allí pues como que te quedan 6 horas de sueño. Pero puedes aguantar y así llegarán las 3:00am, pero da igual, ahí aguantando como un machote hasta que media hora antes de la hora marcada por el despertador te vas a la cama con la esperanza de cerrar unos ojos que no se cerrarán en toda la noche.


(NdA: Jamás me he quedado una noche en vela. Aparte, me acuesto a las 0:00h en periodo de exámenes. No perdono ir sin dormir. Cada vez que Ari duerme menos de 7 horas, las probabilidades de hecatombe a nivel mundial suben al 45%).



En fin, te levantas y vas al examen intentando ordenar en la cabeza todos los conocimientos adquiridos especialmente los del día anterior (más frescos). Y llegas entonces a una conclusión (ley del estudiante):



NO TE ACUERDAS DE NADA.




Da igual cuánto lo hayas repasado o cuantos ejercicios hayas hecho, por ley general del estudiante: "No te acordarás jamás de nada antes del examen".

Entonces intentas relajarte. Hay quien tiene métodos como la música, cascar con la gente sobre coches o fútbol, hacer garabatos en un papel, pensar en las manchas de la pared... Yo opto por canturrear canciones pegadizas que no se van





http://www.youtube.com/watch?v=kVRgYLN4YkA (no deja ponerlo de la otra forma ¬¬).




Tened cuidado porque en medio de un examen os puede salir la melodía sin quererlo (NdA: ¿Se nota que me ha pasado en varias ocasiones?) pero es el mejor método sin duda.


Cuando llegas al lugar del examen ahí están todos tus compañeros haciendo el repaso de décimas que no sirve de nada pero que te tranquiliza un montonazo. Llegas y preguntas "¿cómo te va?" y todo el mundo te dirá que como el culo, y lo mejor cuando te dice el que siempre aprueba: "pues creo que voy a suspender". Suele decirlo sin otras intenciones pero a los que vamos únicamente por calentar el asiento nos jode mucho porque aprueba, no por otra cosa, sino porque seguro que se quita esa asignatura de su vida... ¡Qué asco!


En fin, llega el profesor tranquilo (como se nota que tú no eres el examinado) y ordena que la gente se siente según determinados cánones o cumpla determinados rituales tales como "sólo un boli encima de la mesa, bolsos y apuntes en el otro extremo de la clase" que les dan la apariencia de azafatas de avión. Y llega el jodido momento en que te reparte la puñetera hoja del examen, estás en tu sitio sentado y te das cuenta de otra ley del estudiante.

ES EL PEOR SITIO PARA COPIARSE.


Efectivamente, será el lugar donde más fácil es ver que te estás copiando, donde menos gente hay o donde sólo están sentados los que van a pringar como tú. O sea, plan B a la mierda (y quien diga que no tiene plan B es un mentiroso).


Y miras las preguntas del examen. Y de nuevo otra de las leyes del estudiante:


SERÁN LAS QUE MENOS TE HAS ESTUDIADO PORQUE EN OTROS AÑOS NO HAN CAÍDO Y AL PROFESOR NO LE GUSTABAN ASÍ QUE TE CAGAS EN QUIEN TE DIJERA ESO, Y NO SOLO EN ESA PERSONA SINO EN TODA SU ESTIRPE INCLUYENDO SU PERRO, SU CANARIO Y LAS PLANTAS DE SU TERRAZA.




Te relajas, piensas en otras cosas, la canción pegadiza invade tu mente de nuevo, y comienzas a responder con tranquilidad, alguna te tendrás que saber, y de nuevo las leyes del estudiante entran en juego:

NO TE SABES NI UNA.


Haces apelación de tu memoria fotográfica, de tu memoria logística, de cualquiera de ellas. Y no está de más enunciar otra de las leyes del estudiante:


¿POR QUÉ TODO EL MUNDO ESTÁ ESCRIBIENDO MÁS QUE TÚ? ¿POR QUÉ ESE SE HA LEVANTADO YA TRES VECES A POR FOLIOS EN BLANCO? ¿POR QUÉ?


Y así las horas que dure el examen donde te alimentas de uñas y bolis (pocos capuchones acaban vivos después del periodo de exámenes). Puedes salir bien o mal, pero cuando sales, la sensación de bienestar es incomparable. Y a medida que vayan saliendo los compañeros de clase se irán comentando las respuestas y los típicos "¿cómo te ha ido?" que tocan los cojones.

Y otra vez, otra ley del estudiante:

¿Por qué todos tienen una respuesta diferente a la tuya?


En serio, ¿por qué ni una sola de tus respuestas coincide con la de los compañeros? Prefieres taparte los oídos y disfrutar de la felicidad momentánea hasta que el próximo examen en el calendario comience a chupar con su gravedad estudiantil.




Hablemos de cositas que pasan durante los periodos de exámenes.


La biblioteca, templo de saber pero trampa mortal. ¿Por qué? Ahí estarán todos los amigos y como nadie quiere estudiar, se buscará cualquier excusa barata para salir afuera y hablar como desesperados: Desde "necesito un café" a "necesito que alguien me vigile la puerta del baño mientras meo".

Los padres, sufridores de la rutina y al mismo tiempo toca pelotas constantes. Llegas de un examen con los ánimos pochos y nada más entras por la puerta empieza la avalancha de preguntas sin sentido: "¿Qué tal el examen? ¿Era difícil? ¿Cuánta gente ha ido? ¿Cuántas preguntas eran? ¿Qué ponían? ¿Tú que has contestado? ¿Qué te han dicho tus compañeros? ¿Por qué me miras con esa cara?".

La respuesta es única: ¡ME HA SALIDO MAL!

Aún así, seguirán sonsacando información de la cual no te percatas, tal como si había más chicas que chicos o si el profesor iba con chándal o de etiqueta. Les intentas explicar a tus padres que en esos momentos tú estás pensando en cosas más importantes como la cancioncita pegadiza relajante, pero ni eso.


Los relojes: Enemigos mortales, corren cuando deben ir más lentos y se retrasan cuando les sale. Los odiamos, los maldecimos. ¡MALDIGO HASTA AL RELOJ DEL MÓVIL!


Los apuntes: Da la casualidad que no los tendréis ordenados, jamás de los jamases y por eso, antes de empollar te toca ponerlos al día dándote cuenta de que no tienes ni la mitad (a pesar de haber ido a clases) y que el nivel de guarrería es comparable a una cochiquera. A veces parecerá que lees jeroglíficos pues aunque la letra es tuya no la entiendes ni a la de tres, por no hablar de las frases incoherentes que a veces se escriben. En otras palabras, tus armas para derrotar al examen son obsoletas y poco eficaces.





En resumen. Seas empollón o persona que lo deja todo para el último día (90%)...








Sinceramente, no entiendo el porqué del mal trago que hemos de pasar, profesores del mundo; pueden librarse de preparar exámenes y corregirlos si nos dicen qué clase de jamón o vino les gusta :3






Que Arisugawa esté con vosotros